viernes, 1 de junio de 2012

El principio del fin



Hay veces en las que los sueños se vuelven importantes en la vida, le dan sentido, y se es capaz de hacer hasta lo imposible por alcanzarlos, por defenderlos



— ¡¡Está en shock!! ¡¡Múltiples heridas de bala y trauma craneoencefálico!!



E incluso se da la vida por ellos



— ¡¡Llévenlo a T.I.!!



Se da la vida sin pensar



— ¡Administren una intravenosa de epinefrina!



Se da la vida abnegadamente



— ¡Sus pupilas están ausentes! —una maquina próxima emitió un pitido continuo.



— ¡¡Lo estamos perdiendo!!


— ¡¡¡Mierda!!! ¡¡Prepare el desfibrilador a 200!! ¡¡¡Pronto!!!



Se da la vida cuando se está listo para morir



— ¡¡200!! ¡¡Despejen!!



O al menos cuando eso se cree



— ¡No reacciona, doctor!



El destino es azaroso y hay ocasiones para morir



— ¡¡Aumentar a 300!! ¡¡Despejen!!



Cada decisión, cada movimiento, marca el camino que hemos de seguir



— ¡¡Es inútil!!



La ruta nunca irreversible, nunca predecible, a la que todos hemos de llegar, a la que nada escapará



— ¡¡No!! ¡Enfermera, siga intentando, cargue a 450!



El final existe para todo



— ¡Es peligroso, doctor! No creo que…



...tarde o temprano...



— ¡¡Hágalo!!


Un alma envuelta en verde irrumpió al quirófano.


— ¡¡Aquí está!! —y si decir nada más, dejó un fólder en una mesita contigua y salió tan rápido como llegó.


Y de aquel fólder mal puesto sobresalía una hoja, de la que podían leerse tres palabras. Tres palabras más que suficientes:

GUILLERMO HERNÁNDEZ MOLINA


21-10-2006


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